Seudónimo, naming y alias de escritor: la elección que no debes tomar a la ligera.



¿Deberías usar un seudónimo para escribir?


¿Sabías que el verdadero nombre de Alejandra Pizarnik era Flora? Sí, como una de las hadas de La Bella Durmiente. Megan Maxwell se llama María del Carmen y Alice Kellen en realidad es Silvia. El uso de un seudónimo de escritor hoy es menos frecuente entre mujeres, tiene sentido porque durante siglos se nos negó conservar nuestros nombres. Pero aún quedamos algunas melodramáticas que practicamos la creación de personajes incluso fuera de la página escrita.

Ya ves, Alessandra Alari es un seudónimo de escritor. Tampoco me compliqué demasiado, mi verdadera identidad es Alejandra. Sin embargo, para mí era importante elegir mi propio nombre, algo que la mayoría de humanos no tenemos ocasión de hacer.

Algunos elegimos un seudónimo de escritor por iniciativa propia, ya sea por preferencias estilísticas o motivos personales. Hay quienes valoran la sonoridad de sus nuevos nombres, quienes disfrutan del juego del disfraz o quienes simplemente desean dejar atrás su nombre real.


Sin embargo, elegir un seudónimo también puede ser una cuestión de necesidad. Como esconder tu género para ser publicada, algo que nos ha sucedido a las mujeres a lo largo de la historia. O usar un nombre anglosajón para vender una imagen más internacional.

Estas presiones que sufren tantos autores, aunque en especial autoras, son injustas y parten de una desigualdad social. «Tu identidad vende menos —e importa menos que dichas ventas—, así que mejor cámbiala».


El seudónimo es el nombre falso que usa un escritor para firmar sus textos.


¿Dónde termina el seudónimo y empieza el naming?


Si eres de la vieja guardia es probable que te estés preguntando qué es eso del naming y por qué hoy día hay tanta fijación con los anglicismos.


El naming es una disciplina completa del branding que usa la psicología del lenguaje para potenciar las ventas y memorabilidad de una marca.

Un seudónimo de escritor elegido con la intención de vender nunca debería de partir de la aleatoriedad o el gusto personal, sino basarse en el análisis y la evidencia. Es igual que la elección de colores o tipografías en el branding, jamás se deciden por capricho o «porque quedan bien», sino que hay una lógica muy compleja detrás.

Yo analizo estas cosas por deformación profesional, es normal que no todo el mundo lo haga. Pero quizá te ayude investigar sobre psicología del lenguaje para elegir tu seudónimo ideal o la próxima vez que busques un nombre para un personaje. Si no sabes por dónde comenzar, deja que te cuente la historia de Takete y Maluma…


El experimento de Takete y Maluma


En los años 20, el psicólogo georgiano Dimitri Uznadze planteó que había una relación directa entre significado y significante, es decir, entre la palabra que le otorgamos a un concepto y el concepto en sí.

A raíz de esta teoría, el psicólogo alemán Wolfgang Köhler llevó a cabo el siguiente experimento: mostró las dos figuras de la foto y le preguntó a los participantes “¿cuál es Takete y cuál es Maluma?”. El 98% de los participantes asoció Takete a la figura puntiaguda y Maluma a la curva.

Este mismo experimento se popularizó más adelante con los nombres Kiki y Bouba, obteniendo resultados similares.

¿Conclusión? Inconscientemente asociamos ciertas características a ciertos sonidos, o lo que es lo mismo: hay una psicología que podemos analizar (y aprovechar a nuestro favor) tras la construcción del lenguaje.

¿Cuál es Takete/Kiki y cuál es Maluma/Bouba?

Cómo usé la psicología del lenguaje para dar con mi nombre de escritora


Personalmente, cuando elegí Alessandra Alari como mi seudónimo literario, hice uso de algunas claves que he aprendido tras años dando forma a tantas marcas, por ejemplo:

  • «Alari» repite las consonantes «l» y «r» que ya encontramos en «Alessandra», sumando una musicalidad que facilita su recuerdo, algo que también propicia la vocal «a» con la que termina el nombre y empieza el apellido.
  • Además, «Alari» es un apellido sin un país de origen claro, lo que lo vuelve internacional, mientras que «Alessandra» no es anglosajón («Alexandra» me sonaba un tanto hortera) pero es más fácil de pronunciar para un inglés que «Alejandra».
  • El fonema /s/ de «Alessandra» también transmite seducción y elegancia, rasgos que me interesaba transmitir.
  • Por último, era necesario que el apellido fuese corto para equilibrar el largo del nombre.

Todo está pensado y medido, ese es el pilar sobre el que se sostiene un naming.


El alias: el inevitable seudónimo de la era digital


No todas las escritoras tienen un seudónimo, pero sí casi todas tienen un nombre de usuario, un alias. Si estás en redes sociales, algo bastante probable, entonces cuentas con un @.

La elección del alias es tan importante como el nombre con el que firmas, y aunque no quieras convertir el segundo en una estrategia de venta —algo que respeto y comprendo—, el primero sí te recomiendo encararlo con mayor pragmatismo.

El alias o el @ es la etiqueta digital por la que te encuentran el resto de usuarios y los motores de búsqueda. Más que un nombre es una herramienta.


Las 6 reglas que cumple un buen @alias de escritor en redes sociales


  • Revisa que no esté ya cogido en las plataformas que vayas a usar. No hay nada más confuso que tener un alias diferente en cada red social. ✱ «alessalari» estaba cogido en TikTok y, aunque casi no use esa red, saberlo me sigue molestando.
  • Hazlo tan corto y sencillo como te sea posible. Sí, mejor prescinde de tus cuatro apellidos, esta es una etiqueta que debe ser fácil y rápida de encontrar. «alessalari» acorta el nombre de Alessandra y lo fusiona con Alari, ya que es más eficiente que usar el nombre al completo.
  • Evita puntos, guiones y otros caracteres especiales. Si tu alias es tan enrevesado como una contraseña, te garantizo que la gente lo olvidará. ¿Cuánto tardas en buscar «alessalari con dos eses»? ¿Cuánto tardarías en buscar «alessandra con dos eses… barra baja alari… no, no, barra baja, no guion… ah, no, perdona, era con punto… alessandra punto alari… eso es… punto y ahora alari con a… vale, ahí estoy»?
  • Esto ya es cuestión de gustos, pero… no pongas “escritora” en tu alias. A mi parecer queda un poco in your face. Es más elegante si lo añades a modo de etiqueta al nombre. En Tiktok tuve que poner «alessalari.escritora» y a día de hoy me sigue doliendo. Revisa SIEMPRE la primera norma.
  • Abórdalo desde lo personal. Es primordial que te haga sentir cómoda y representada. Si es lo suficiente único o curioso, incluso puedes usar la historia de su origen como reclamo de interés. Igual que estoy yo haciendo en esta entrada.
  • ¿Te estás arrepintiendo del alias que ya tienes? ¡No corras a cambiarlo! Lo único peor que un mal alias es cambiarlo cada dos por tres. Si lo que tienes te funciona, mejor déjalo como está y guarda estas reglas para aplicarlas en el futuro. Antes de «alessalari» tuve otros dos alias en la misma cuenta de Instagram y me prometí que esta sería la última vez que lo cambiaba, porque al hacerlo siempre tocaba resetear. No cometas mis mismos errores.

En resumen…


El nombre o seudónimo que usas como escritora (o escritor) hoy día importa más que nunca debido a dos factores:

  • Tu estrategia de venta, imprescindible para destacar en un mercado saturado.
  • Tu presencia digital, que debe ir alineada con la forma en que funcionan los motores de búsqueda para que sea fácil encontrarte.

Es válido saltarse todos estos consejos y hacer lo que te dé la gana. Al final del día tu firma de autor es tuya y de nadie más. Pero creo que si estás leyendo esto es porque te interesa conocer estrategias con las que mejorar tu presencia de escritora. Como siempre se ha dicho y siempre se dirá: para romper las normas, primero debes conocerlas.


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Autora

Foto de perfil de Alessandra Alari, autora de libros de ficción y Directora de Arte especializada en branding para escritoras

Alessandra Alari

Alessandra Alari es una escritora de ficción española y Directora de Arte especializada en branding literario. Autora de la newsletter auditiva Llamada Perdida y creadora del club de escritoras GR!TA, ayuda por medio de mentorías y talleres a otras creativas a reencontrarse con su creatividad.

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